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Escenas repetidas en una noche histórica

Huracán visitó al Cruzeiro e igualó sin goles. El resultado es la consecuencia de un propósito llevado a cabo en la totalidad del juego. Vismara tuvo una actuación brillante.





Apuzzo cierra el puño y levanta su brazo al finalizar el partido. Celebra la ejecución casi perfecta del plan en el Mineirao. Huracán hizo un partido muy serio en su primera visita oficial a Brasil, y así estiró su invicto de cinco partidos fuera de casa en Copa Libertadores, comprendiendo sus dos participaciones. Si solo en tres ocasiones, un equipo argentino había podido vencer en el estadio de Belo Horizonte, esta igualdad continúa de cierto modo el camino trazado.

El conjunto de Parque Patricios nunca pudo ser el dominador del encuentro, pero lejos estuvo de sufrir y desestabilizarse en el campo. Consciente de las intenciones del Cruzeiro, cedió la iniciativa y, más allá de atravesar sofocones en algunos momentos del juego, no concedió chances claras. Supo adaptarse a la búsqueda rival para ajustarse estratégicamente, aunque en el debe quedarán las pocas oportunidades para construir en ofensiva, quedando excesivamente largo post robo.

Los laterales fueron el principal arma del conjunto dirigido por Marcelo Oliveira. Continuamente, ambos marcadores de punta se desdoblaban por su banda para conseguir desbordar. En paralelo, los tres mediapuntas se ubicaban en la frontal y Leandro Damiao aguardaba por el envío dentro del área. Mayke fue el más incisivo y en sus subidas se originaron las mejores acciones brasileñas, con el centro raso a la llegada de De Arrascaeta o Marquinhos. De cualquier manera, Cruzeiro no pudo finalizar bien lo generado.

Más tarde, las incorporaciones al ataque del chileno Mena también llevaron peligro, dado que junto a Mayke profundizaban y centraban a la carga masiva de sus compañeros. Aún así, la imprecisión quitó todo tipo de posibilidades para ponerse en ventaja. Pocas veces pudo Damiao quedar de cara a Giordano. Más allá de la constante presencia en ofensiva de los laterales, Huracán controlaba las pretensiones adversarias.

De Arrascaeta supo hacerse un lugar para recibir por detrás del doble pivote argentino. Entre líneas, giraba e intentaba llevar el balón a los costados. Aunque las escenas fueron casi siempre del mismo tono. Las acciones eran repetitivas y predecibles. A pesar de no llegar a tapar las bandas, el Globo se imponía en su área.

La escuadra carioca volcaba demasiada gente en ataque. Más allá de no crear con asiduidad, obligó a un cambio repentino de esquema de Apuzzo. El 4-2-3-1 inicial de Huracán mutó a dos líneas de cuatro que actuaban en terreno propio, más Torassa intentando conectar un contraataque junto a Ábila. Toranzo se ubicó como carrilero derecho para intentar ayudar a Mancinelli, pero nunca comprendió debidamente su rol y se aisló para generar juego tras hacerse de la pelota.

Quién sí creció en dicho contexto fue Vismara, que disputó uno de los mejores partidos de su carrera. El mediocentro tuvo muy buenas lecturas por dentro para cortar los avances locales y ser el primer pase. De hecho, fue muy inteligente al temporizar en la salida, proteger el balón y darle un buen destino. En Villarruel encontró un buen ladero en los apoyos.

La dificultad marcada por la que pasó el equipo de Apuzzo estuvo relacionada con la incapacidad de establecer una secuencia larga de pases en la mitad del campo rival. Así, el juego directo a Ábila volvió a ser un factor muy recurrente. Con Torassa también implicado en tareas defensivas, el trabajo de Wanchope fue desgastante y, en solitario, dio continuidad en pocas situaciones. La distancia que existía entre los volantes y el centro delantero era enorme, por lo que los llegadores brillaban por su ausencia –Romero Gamarra jugó por el flanco izquierdo, casi siendo un lateral bis-.

Montenegro, al igual que se diera en el primer encuentro ante Mineros, acabó ingresando en el complemento y aportó una mayor precisión. Huracán careció de velocidad y cambio de ritmo, pero pudo juntarse en posesiones cortas para tomar aire y alejar a Cruzeiro de su arco. Incluso, el Rolfi fue una compañía más cercana en tres cuartos de cancha, y sacó dos remates que se fueron por alto. Sobre el final del juego, Ábila, quién se impuso poco en el duelo ante Paulo André, pudo ocasionar una falta en el ingreso al área que luego fue mal ejecutada.

La línea defensiva del equipo argentino destacó por alejar el peligro. Además, tanto Mancinelli como Balbi se hicieron con el balón cada vez que pelearon por él con Damiao. Vismara se hizo dueño del juego, aún con una posterior circulación lenta y poco peligrosa. El envío largo a Wanchope volvió a ser la principal salida. Del otro lado, el avance de los marcadores de punta se erigió en la vía única de ataque del Cruzeiro, que juntó efectivos por carriles internos en el último cuarto. Escenas repetidas en el Mineirao, en una noche donde Huracán logró un resultado que muestra su rigor competitivo.

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