El Seleccionado argentino igualó ante el ecuatoriano 0-0. Sufrió los
mismos problemas defensivos que acarrea hace tiempo, aún con algunas variantes
y, sin Messi, no tuvo generación de juego.
En el mismo estadio donde Messi, en el año 2012, había escrito una de sus grandes páginas en la Selección ante Brasil, el equipo de Sabella dio un paso atrás en su juego, al empatar con Ecuador en un muy pobre nivel. Sin el crack del Barcelona y con algunos cambios defensivos para probar nuevas variantes, la realidad luego del encuentro indica que los problemas en la última línea continúan.
Sin su
máxima figura, el equipo nacional logró responder eficientemente en algunos
partidos. Por caso, el jugado contra Italia es un claro ejemplo. Sin embargo,
en esta ocasión la falta del 10 fue notoria pero no el principal problema. No
hubo generación de juego, aunque los principales defectos siguen estando en la
defensa, donde los problemas parecen casi imposibles de arreglar más allá de
los cambios.
Antes del
encuentro ante los ecuatorianos, Mascherano expresaba que era lógico que este
equipo sufra un desequilibrio ante la gran apuesta ofensiva. Agregaba también
que la idea era minimizarlo, ya que seguramente iba a seguir existiendo. En
Estados Unidos, los problemas siguieron y se acentuaron, aún con otros dos
jugadores por las bandas.
El
entrenador optó por darle la oportunidad a otros laterales. Por derecha
Roncaglia y por izquierda Orban. Ambos tuvieron un muy mal debut, sufriendo
ante la velocidad de los futbolistas por banda rivales. Tanto Montero, por el
lado del de la Fiorentina, como Valencia por el lado del de Girondins de
Burdeos, complicaron durante todo el primer tiempo y en tramos del segundo a la
defensa argentina. Con velocidad y la constante subida de los laterales, crearon
numerosas ocasiones para marcar pero fallaron en la definición.
Desinteligencias defensivas |
La primera parte del equipo dirigido por Sabella fue realmente muy mala. Entregas defectuosas que generaban contras rivales y muy mal retroceso, un aspecto habitual del ciclo de este DT. Desordenado, y sin el apoyo de los mediocampistas. Banega siempre haciendo una de más en lugar de jugar simple, y Mascherano muy solo al momento de la recuperación, con los jugadores de Ecuador pasando al ataque en gran medida por las bandas. Argentina casi que no dispuso de oportunidades para marcar, salvo una de Lavezzi al principio, y no tuvo asociaciones para lograr profundidad ni desborde para aportar algún que otro centro.
Tras un muy
buen primer tiempo de los ecuatorianos, el entretiempo fue un respiro para la
albiceleste, que nunca pudo asentarse. El vértigo de Di María se oponía a la
pausa que intentaba imponer Ricky Álvarez. Los cuatro de arriba quedaban
aislados y separados del resto del equipo, con Banega sin poder hacerse eje
desde el centro del campo. Centralizando los ataques, todas las jugadas
terminaban en pelotazos frontales, fáciles de descifrar para los zagueros
ecuatorianos.
Los
continuos desdobles de Paredes y Valencia por un lado, y la gambeta imposible
de descifrar de Montero por el otro, dejaron muchas dudas a los marcadores de
punta argentinos. El desorden en el retroceso se vio claramente en la jugada
que el volante del Manchester United cabeceó al palo en libertad de movimientos
y sin la marca de Orban.
Al segundo
tiempo, Argentina salió con otra cara. Desdibujado aún pero sin tanto
sufrimiento en el fondo. Apostó por presionar más en la salida ecuatoriana y,
con un Di María siempre atento, recuperaba y generaba ataques cortos. El zurdo
tuvo cuatro jugadas idénticas en todo el segundo tiempo, las únicas
oportunidades para marcar que tuvo el equipo, y dos fueron afuera, mientras que
las otras se las sacó con muchos reflejos el arquero Domínguez.
Finalizando
con más sobriedad, ya que su rival no atacaba con tanta gente ante la presión
argentina, la actuación deja mucho que desear, pese a que en el final Maxi
Rodríguez pudo ganarlo (su remate dio en el palo). Fue un paso para atrás, algo
que seguramente dejará preocupado al cuerpo técnico ya que ante una potencia, y
en un Mundial, las fallas defensivas pueden pagarse caras. Como elemento a
favor, queda que Romero tuvo un buen partido, descolgando centros e intuyendo
la acción rival en reiteradas ocasiones.
Sin Messi,
no hubo generación de juego nunca ni complemento para Higuaín. Agüero entró
cerca del final y mostró algunos destellos de su técnica, pero poco pudo hacer.
En el resumen general del encuentro, Ecuador fue más y mereció la victoria.
Falló en la puntada final. Por su lado, el nivel de los de Sabella es
preocupante. El partido ante Bosnia del lunes servirá para seguir corrigiendo
las deficiencias colectivas.
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